La Frigiliana contemporánea
En 1826 Frigiliana contaba con 2.863 habitantes. Con la reforma territorial de 1833, la Villa pasó a formar parte de la provincia de Málaga, ya que hasta entonces había pertenecido a la jurisdicción de Granada.
Con el paso de los siglos no había dejado de ser un pueblo de base agrícola, de ahí que en los últimos años del siglo XIX sufriera más las consecuencias de la epidemia de la filoxera y de los terremotos de las navidades del año 1884 que las propias de la Generación del 98.
En la capital, en Málaga, la población había aumentado considerablemente y la ciudad se expande al son del crecimiento económico de la nueva burguesía adinerada; en estos años nace Pablo Ruiz Picasso. En España, el sistema de la Restauración del absolutismo, reformado en algunos aspectos a la usanza inglesa del “bipartidismo”, vivía uno de sus primeros momentos de fracaso, la pérdida de las últimas colonias en ultramar, Cuba y Filipinas. A los habitantes de Frigiliana no le afectaban directamente las colonias más que cuando sus hijos debían partir para la guerra, ya fuera en las Américas, ya fuera en África, algunos de los cuales murieron allí.
En las primera décadas del siglo XX, se llevaron a cabo avances en la modernización de Frigiliana: la llegada de la electricidad en 1903 o la construcción de la carretera Frigiliana–Nerja en 1916, para lo que se invirtieron algo más de 80.000 pesetas. Unos avances que no sirvieron para paliar las graves crisis que vivía el campo, acrecentados por la serie de terremotos que tuvieron lugar entre 1921 y 1924.
La Villa siguió creciendo a un ritmo lento pero continuo por su área de expansión. Este desarrollo explica los nuevos trazados en torno a la calle de San Sebastián, en el ala derecha de Frigiliana, hasta llegar al cementerio.
En España, la imposibilidad de Alfonso XIII había facilitado la subida al poder del General Primo de Rivera, y sus años de imposición no tuvieron especial reflejo en Frigiliana. El primer momento decisivo de la historia más cercana de Frigiliana tuvo lugar durante el gobierno del General Berenguer, más exactamente 1930. Fue entonces cuando buena parte de los bienes inmuebles de la Villa de Frigiliana fueron vendidos por los condes, que eran Duques de Fernán Núñez, pasando a formar parte de las posesiones de la familia De la Torre Herrero. A cambio de 135.000 pesetas compraron buena parte del término municipal, la mayoría de las fábricas y varias casas en el pueblo.