Pasadas las primeras décadas del siglo XIX la población contaba con un caserío de algo más de quinientas casas organizadas sobre la trama urbana histórica.
La desamortización de Mendizábal, de 1836 por la cual muchas de las propiedades de la Iglesia y órdenes religiosas fueron subastadas, no puso en oferta pública prácticamente bienes en Frigiliana, puesto que eran muy pocos los que existían y estaban en uso.
La Villa de Frigiliana no fue objeto de grandes transformaciones urbanas, sino que la población seguía disponiendo sus casas sobre un trazado que heredaban o en su caso abrían calles atendiendo a las nuevas necesidades y posibilidades del terreno. Cuanto más, fue el ala Este de la Villa, la avenida de San Sebastián, la que respondió a las medidas higienistas del neoclasicismo con la construcción del cementerio municipal en 1791. Un cementerio que entró en funcionamiento regularmente a causa de las graves epidemias que asolaron la zona en los 20 años que discurren entre 1813 y 1833: fiebre amarilla y cólera, básicamente