A finales del siglo XV Frigiliana era un pequeño asentamiento de agricultores que se protegían en la fortaleza de Lizar de las redadas de piratas del Mediterráneo oriental y cristianos que sacudían regularmente la costa. Durante siglos fueron habituales los raptos y saqueos a lo largo de toda la costa perpetrados por corsarios al servicio de los reyes cristianos y piratas, ante la incapacidad de las defensas costeras, tanto en época medieval como moderna.
Frigiliana era un pueblo tranquilo que no tuvo otra opción que rendirse ante la presencia de las tropas cristianas de los Reyes Católicos. Cuentan las crónicas que Atanqueyden, el último alcalde hispano-musulmán, entregó el castillo y sus dominios a los soldados castellanos, evitando así un derramamiento de sangre inútil.